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viernes, 5 de agosto de 2011

Cine :: Momentos Inolvidables III

   Como he venido haciendo estos últimos viernes, sigo con la intención de hacer descubrir películas que no habéis visto o si por el contrario ya las conocéis, que disfrutéis de ciertos detalles que atesoran en su metraje.
   Si el primer post trataba sobre momentos épicos en cuanto a trama argumental, el segundo post lo hacía sobre grandes efectos especiales, este tratará sobre enormes actores y actrices que han hecho del cine un lienzo sobre el que plasmar emociones, capaces de ser transmitidas más allá de la pantalla y de su tiempo.
   En primer lugar quiero aclarar cómo diferencio yo un momento inolvidable de trama argumental de uno exclusivamente interpretativo. El guión es en sí un vehículo de ciertas prestaciones (mejores o peores) y el actor / actriz es el conductor de una fracción del camino. Al margen de que el vehículo pertenezca a tal o cual categoría, el conductor ha de tener unas cualidades, un aprendizaje y saber improvisar ciertas acciones.



   Descubriendo a Forrester:
   Sean Connery es la estrella, algunos dicen que esta película se la guisó y se la comió el solo, pero la verdad es que cuando una actuación te deja tan buen sabor de boca como la que realizó, eso no importa aunque sea cierto. Hay ocasiones en la película en que es capaz de llenar la pantalla con un gesto de la cara, con un movimiento de cejas, y transmite mucho con muy poco esfuerzo. Particularmente me gusta una escena en la que no sólo mueve las cejas sino todo el cuerpo, cuando le traen los calcetines nuevos y en un momento deja de ser un anciano entrañable para convertirse en un niño, y la humanidad que gana con ese gesto es tal que no sé si es más humorístico o más emotivo, pero me agrada.
   Enemigo a las puertas:
   Ed Harris tiene papales memorables, y este es sólo uno de tantos, desde Abyss hasta Pollock, que no dejo de admirar. Suele ser el estereotipo de hombre de sólidos valores, pero no un bruto. Y cuando se lanza a un nuevo rodaje tened por seguro que la película será seria, y su interpretación no lo será menos, pero nos hará disfrutar a su manera. En Enemigo a las puertas interpreta a un oficial alemán y experto francotirador de familia noble, que ha ejercido como instructor de francotiradores en su país. Ahí es nada. ¿Y eso cómo se interpreta? Pues se nos parece como un tipo muy respetado al que se le encomienda una misión, y él siempre cumple sus encargos. Parece un oficial respetuoso de sus enemigos, pero no así con toda persona. Buena muestra de ello tiene lugar cuando utiliza al niño Sasha para atraer al protagonista a su trampa. Implacable y seguro de sí mismo, nos deja ver la admiración por su enemigo, y sus tristezas. ¿En qué mundo vivimos cuando un actor nos hace humanizar así a un nazi? En un mundo en el que existen actores como Ed Harris.


   La Comunidad del Anillo:
   Si bien no es tan conocido como otros actores de más renombre, Sean Bean me parece de lo mejor que se puede echar uno a la pantalla. Y aunque me lo he encontrado en películas más o menos comerciales, reconozco que es capaz de brillar mucho en obras como Juego de Tronos, o aportar credibilidad en uno de esos ejercicios comerciales, dando solidez a todo el conjunto. En La Comunidad del Anillo interpreta a Boromir, hijo de Denethor, el único humano de la Comunidad, con muchas cualidades pero sobre todo con muchos defectos. Y en estos defectos, la mirada apesadumbrada de Sean Bean hace estragos. En la película hace notar las dudas del personaje, su poca confianza en el plan, la seguridad de que él puede hacer mejor uso del Anillo y sobre todo su arrepentimiento tras la traición. Un humano, ni más ni menos. A partir de ahí todo es épico, su valentía, su pesar por los acontecimientos, su voluntad de arreglarlo todo, su arrojo contra los enemigos sin importarle su propia vida, etc. Inmenso en todos los sentidos, si además le añadimos que tiene la mirada más soslayada de la película con permiso de Gollum. Esa mirada siempre es la de alguien que espera el mejor momento de clavarte un puñal por la espalda, pero parece ser que tiene ese punto justo para no decidirse a hacerlo. Da miedo.



   Ahora le podemos ver y disfrutar en Fringe, esa serie de ciencia-ficción que a muchos nos gusta y a otros les aburre, pero que ha renovado en parte el género. En ella hace el papel de Walter Bishop, un entrañable y anciano científico loco, amante de los batidos de fresa, los sabores extraños y las sustancias alucinógenas como el ácido lisérgico. Pero hace pocos años tuvimos la suerte de poderle ver interpretando al Senescal de Gondor y padre de Boromir. Nuestro actor en cuestión se llama John Noble. La diferencia entre los dos papeles es abismal, siempre que no hayáis profundizado en Fringe...[aquí iría un spoiler, pero no lo voy a escribir, mejor ved la serie, reseña sobre su protagonista]. En su papel de Denethor nos muestra a un padre severo que no tolera los errores y que cree en que el fin justifica los medios. Al tiempo que una voluntad y una responsabilidad terribles, al ver su interpretación recuerdo lo bien mirados que están los papeles de rey que Shakespeare creó, y pienso que pocos como este actor para interpretarlos. Su mirada pasa por encima de cualquiera, arrasando toda voluntad de contradicción, y la escena del almuerzo es francamente desagradable, como lo es a su manera la escena en que redescubre su amor por Faramir, su otro hijo. Pero antes, cuando su hijo vuelve del campo de batalla herido, su rostro cambia y se vuelve tan triste que no cabe más pesar, reconociendo que lo ha traicionado tantas veces y ha sido perdonado tantas otras... Muy grande este actor.


   Fotos:

   Vídeos: Youtube

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