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lunes, 1 de agosto de 2011

COCKTAIL BAR :: De Oro y Seda

Viajar es descifrar la música bajo el ruido de una calle y el reflejo de una luz sobre el ámbar de una escultura, viajar es indagar, buscar, desvelar, porque siempre habrá una forma personal y peculiar de ver, de mirar, de comprar y de asociar que para ciertas gentes curiosas y observadoras constituye una fuente inagotable de profundo placer.”

Estas palabras, extraídas del libro Viaje a la Luz del Cham de Rosa Regás, son para mi la mejor descripción de lo que supone viajar para los amantes de lo nuevo. Para aquellos que soñamos con descubrir el mundo y todos sus rincones. Que nos emocionamos, nos divertimos y nos enriquecemos con las experiencias vividas en nuestros viajes. Para nosotros, para quienes viajar es algo más, he querido escribir esta semana sobre rincones de un mundo desconocido por muchos. Quiero conduciros hacia paisajes de arena, turbantes de seda, calles con olor a especias, zocos de oro y plata, culturas milenarias, lugares que resisten su magia a pesar de los pesares. Quiero que paseemos por la Ruta de la Seda.


La Ruta de la Seda fue durante años una vía de unión comercial y cultural entre Oriente y Occidente, y gracias a ella fueron descubiertas fascinantes ciudades. Desde Xian hasta Estambul, principio y fin, se extiende esta ruta por China, Uzbekistán, Turkmenistá, Irán, irak y Turquía. Realizaremos algunas paradas en las ciudades más destacadas para descubrir los tesoros históricos de estos exóticos destinos.

Xian. China descubrió a partir del siglo II a.c. cómo producir seda y expandió su imperio a través de la Ruta de la Seda. La ciudad de Xian, antiguamente llamada Changan, era el punto de inicio de esta ruta comercial. Por ese motivo, Xian se conoce como “la capital de la seda”.

Los restos arqueológicos encontrados en esta región, demuestran que Xian estuvo habitada hace más de medio millón de años. Fue capital de doce dinastías y centro político de China durante los siglos de máximo esplendor. Todo esto hace de Xian una ciudad con personalidad propia, que ha sabido adaptarse a los cambios, manteniendo el aire tradicional característico de un país tan arraigado a sus costumbres milenarias.

En Xian podemos visitar el Mausoleo del Emperador Qin, donde se encuentra un ejército de guerreros de terracota de tamaño natural. Es curioso ver que, a pesar de ser más de 6000 esculturas, cada una tiene unas características y expresiones faciales diferentes. Otra visita obligada en Xian es la Gran Pagoda de la Oca, levantada durante la dinastía Tang para albergar una serie de escritos budistas y que, más adelante, se convirtieró en un importante centro de traducción de textos budistas.

Gran Pagoda de la Oca

Samarcanda. Pertenece a Uzbekistán, un país que con una extensión parecida a la de Suecia o Marruecos es el más poblado de Asia Central. Fue parte del antiguo Imperio Persa y a partir del siglo XX fue incorporado a la Unión Soviética, hasta su independencia tras la disolución de esta.

La capital de Uzbekistán es Tashkent, pero en esta ocasión pararemos en Samarcanda, que fue el cruce de caminos más importante de la Ruta de la Seda. Por su ubicación estratégica recibió influencias persas, indias, árabes y chinas. Su plenitud la alcanzó bajo el reino de Tamerlán, gobernante que creó el mayo imperio de su tiempo, del que Samarcanda fué capital.

Prueba de ese fastuoso pasado, en Samarcanda podemos encontrar tesoros arquitectónicos como la Plaza de Registrán, uno de los conjuntos islámicos monumentales más famosos que existen. Esta plaza fue el centro de la vida pública durante la Edad Media y se restauró en 1920. El Mausoleo de Gur – Emir es otro ejemplo de la grandiosidad del Imperio de Tamerlán y visita que no debemos dejar pasar. 

Plaza de Registrán

Tabriz. La República Islámica de Irán fue llamada Persia hasta 1935. Su ubicación en la Ruta de la Seda le permitió desarrollar una industria textil famosa hoy en día por sus alfombras. Su capital es Teherán y, aunque actualmente es el eje económico y político del país, no fue una ciudad relevante en el tránsito de la Ruta de la Seda. Sin embargo Tabriz, situada al noroeste del país, fue una ciudad comercial de peso en la ruta.

Marco Polo definió Tabriz como “La más hermosa de todas” en Irán y destacó que “allí se fabrican muchos tejidos de oro y seda, muy bellos y de gran valor”. Efectivamente, aun hoy en día Tabriz sigue siendo una gran productora de excelentes alfombres de seda que podremos comprar en su Gran Bazar cubierto, uno de los más antiguos de Oriente Medio y el mayor del mundo. Además está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

A pesar de su pasado ilustre, Tabriz conserva hoy en día pocos monumentos históricos debido a los numerosos conflictos y terremotos vividos. La Mezquita Azul es uno de esos pocos monumentos que han resistido al paso del tiempo y sus consecuencias. Pero si queremos ver algo realmente histórico, debemos visitar Kandovan, un pueblo cercano a Tabriz en el que sus habitantes viven en auténticas cavernas. Estas estructuras fueron formadas por las cenizas y los escombros del Monte Sahand cuando el volcán hizo erupción.

Casas Cueva de Kandovan

Estambul. Fue el extremo occidental de la Ruta de la Seda y hoy en día es la capital histórica y económica de Turquía. La situación geográfica de Turquía, entre Europa y Asia, hicieron de ella a lo largo de la historia un crisol de culturas que han dejado su huella en los numerosos monumentos y lugares que decoran este hermoso país. La misma ciudad de Estambul guarda en su ciudad vieja la esencia de la historia turca y en su parte moderna su lado más cosmopolita.

Un ejemplo de esa lucha de civilizaciones es la Basílica de Santa Sofía Se construyó con la idea de que fuera el mayor templo cristiano de la antigüedad y fue convertida en mezquita tras la conquista de Estambul por los musulmanes. La Mezquita Azul es otro ejemplo, construida frente al magnifico templo cristiano por los musulmanes para demostrar su grandeza.

Otra visita indispensable en Estambul es el Palacio de Topkapi, antiguo palacio de los sultanes, prueba de la fuerza del Imperio Otomano. Lo más destacado de este palacio es sin duda su harén, majestuosa estancia con armarios de puertas de nácar. Tampoco tiene desperdicio alguno la visita al tesoro real, una colección de diamantes, rubíes y todo tipo de piedras preciosas. Ni los paseos por sus jardines o las privilegiadas vistas desde sus balcones al Cuerno de Oro.

Basílica de Santa Sofía

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mu weno!!Caro ;)

Anónimo dijo...

me usta, me usta! :)) Caro