Durante años hemos disfrutado de gadgets que nos han facilitado, o no, tareas diarias, ocasionales, de ocio y varias otras circunstancias. Algunos nos han fallado, otros se han portado. Al cabo de un tiempo más o menos razonable se estropean o pierden su utilidad, o aparece un modelo nuevo suficientemente justificable y relega al olvido el que tenemos. Esto es básicamente lo que ocurre cuando los usamos y francamente, no me imagino un futuro cercano sin ellos. Cada vez se integran más en nuestras vidas, haciéndose un hueco mayor hasta el punto de que nadie sale de casa sin el móvil, y en los viajes de media o larga distancia raro es el viajero que no lleva algún cacharro con el que trabajar o entretenerse. Seguid leyendo.
Pero ¿y dentro de 10 años? ¿Seguiremos igual, dependiendo cada vez más de estos compañeros de viaje? ¿O por el contrario será una corriente pasajera a corto plazo, pasando de moda?
Estas preguntas me vienen a la cabeza y no porque vislumbre un tiempo futuro en que dejemos de usar todos estos aparatos, sino porque creo que cada vez más dejan de ser compañeros de viaje para ser auténticos “simbiontes” que crecen a nuestro alrededor, nos quitan tiempo y se alimentan de nuestra supuesta necesidad de ellos.
A estas preguntas se me une otra que parece más oscura y que trata un tema más escabroso. ¿Perderemos la poca humanidad que parece que nos queda en favor de una conexión total, perfecta y permanente con todo y con todos? Cuando llegue el final de los días podemos estar luchando con palos y piedras, con armas de fuego o con lasers, pero seguiremos llevando un móvil conectado a Internet o lo que haya en ese momento, pero conectado y controlando nuestra posición, nuestros gustos, guardando un compendio de nosotros mismos, un resumen digital de nuestra vida conectable.
Esto puede parecer apocalíptico, pero al igual que Skynet, ya ha comenzado, y si no, que me lo digan a mí, que recibí el otro día un correo de invitación a un servicio de parte de mi hijo por correo electrónico.
Mi hijo tiene una cuenta de correo electrónico y me consta que no está registrado en ninguna red social. Le hice la cuenta para llevar un (más o menos) diario sobre él como en aquel anuncio de Gmail.
Mi hijo tiene ahora cuatro meses y medio.
¿Hay alguien ahí? ¿Sólo estamos los humanos, verdad?
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