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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Tecnología :: Magia en decadencia

Sony Walkman 1980
   Dicen que no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Pero ¿se aplica esto cuando las necesidades te las crean otros? ¿no será que hay personas más permeables a la publicidad en los medios y esto unido a una peligrosa lujuria por la tecnología hace que no nos planteemos la necesidad real?
   Esta pregunta tan larga que parece sacada del guión de una película facilona o más concretamente de Sheldon Cooper en The Big Bang Theory, es el resultado de deseos cumplidos y otros que no lo han sido. Para nada siento haber fracasado al no haber tenido este o aquel gadget: los que no tuve me enseñaron a contenerme aunque no fuera el momento de la lujuria, sino de la diversión cuando quería una consola de la época. Los que sí tuve me llevaron a grandes momentos de investigación, de pruebas, de disfrute...que aumentaron su valor precisamente porque me costó más conseguirlos. Se me ocurre que aquí podría explicar por qué cierta marca de ordenadores mantiene un precio elevado en sus productos, pero no lo haré.

IMB PCXT
Apple Disk II
   En mi contra está que he nacido en una franja temporal privilegiada, aunque si me preguntan, no me importaría haber nacido en la antigua Roma, o en la Edad Media, o en Mesopotamia cuando le cantaban nanas a la Civilización. He vivido los videojuegos desde la Atari 2600 hasta hoy, he asistido al nacimiento al gran público y posterior explosión de Internet, he aprendido MS-DOS en un IBMPC 286 y he jugado Unreal Tournament en un Pentium III con 64 MB de RAM. Lo dicho, soy un privilegiado porque me gusta la tecnología, tocarla, experimentar esa sensación de tener en las manos esa pieza que otras personas se han esforzado por idear, diseñar y construir para finalmente...acabar en la basura años, meses, semanas, días o minutos después. Y es que hoy en día la tecnología ha perdido ese halo de misterio que le profería el desconocimiento. Hoy sin embargo, cualquier chiquillo sabe manejar iOS, Android, WebOS, etc sin despeinarse porque tenemos una sobredosis de tecnología enorme y por varios frentes. Antes la tecnología se reducía a un PC o Mac, un equipo Hi-Fi que nos dejaba sentados con su calidad, una Game&Watch de Nintendo o un televisor con alguna característica que no podían mostrarnos en la nuestra (como los 8 bit, el Black Trinitron o la HD) a través de un anuncio. Pero para aquellos que amamos esos cacharros la magia ha desaparecido como en esos mundos distópicos de los que hablan en ese maravilloso podcast de La Biblioteca de Trantor, o en aquel juegazo de Super Nintendo Illusion of Time, donde la magia de las civilizaciones antiguas terminaba sucumbiendo a la maquinaria, otro tipo de magia menos mística.
   Supongo que en estas civilizaciones la magia fue maravillosa en tanto en cuanto sirvió para servir al hombre, como los efectos especiales bien utilizados, y empezó a cascar en el momento en que a alguien se le ocurrió la feliz idea de industrializarla, como la nueva versión de Furia de titanes (icono de meterse dos dedos en la boca). Esos tiempos son los típicos de un decadente mundo mágico de película de ciencia-ficción y juegos de rol varios. ¿Dónde quedaron aquellos tiempos en que Sony impregnaba a sus productos de un halo de poder? ¿En qué oscuro almacén está ese amplificador de Yamaha de 1980 cogiendo polvo? La magia desaparece cuando todo está a nuestro alcance porque con la cotidianidad y facilidad de conseguir tantas y tantas cosas por Internet nos cuesta menos, razón por la cual el valor que les asignamos también mengua.
Videocassette Thomson 1982. Click para ampliar.
   Aún así todavía quedan por ahí chamanes que atesoran la capacidad de volver a mirar estas piezas como cuando éramos niños, con un respeto que en general no se les tiene. Recordad que alguien ha puesto amor en ese circuito que funciona a la perfección, en ese botón de tacto tan agradable o en ese complemento que venía en la caja y que en sucesivas actualizaciones del producto no se le ha vuelto a ver. Estas personas aún son capaces de valorar lo que tienen delante, y le dan toda la importancia que merece aun cuando se haya dejado atrás. Y son coleccionistas, enamorados de una perfección arcana cuyas runas han quedado olvidadas en el tiempo. No pensemos que todo se ha inventado ya y que lo antiguo no vale para nada. Falta mucho por descubrir, mucho por inventar, y por desgracia mucho se está olvidando de aquella magia que hacía especiales algunas obras de arte de la tecnología. A veces me encuentro mirando alguna web en la que aparecen viejas consolas u ordenadores, y cacharros antiguos varios y me apena que la mayoría los olvide en favor de una tecnología más fácil pero también menos viva, aunque me alegra que aún queden personas que sean capaces de ver más allá. 

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