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viernes, 30 de diciembre de 2011

Cine :: In Time



   Aun cuando en la época en que vivimos la industria del cine se tiñe de color marrón, hay excepciones que valen la pena el sufrimiento. La ciencia ficción da para mucho si los responsables de películas como Blade Runner, Gattaca o Moon se atreven a dar ese paso decisivo. En este caso el paso se podía haber dado con un poco más de seguridad, pero al final vale la pena discutir sobre varios aspectos del mundo ficticio que nos propone In Time. 
    Para tratar este tema más en profundidad pasaré un poco de puntillas por el elenco de intérpretes de la película. En pocas palabras, Justin Timberlake cumple aunque su personaje pasa de ser un don nadie a superhéroe en 2 minutos, demasiado precipitado y como excusa para el resto de la película. Olivia Wilde tiene un papel secundario e inesperado creo que para todo el mundo que no conozca la temática de la película. Amanda Seyfried esta vez de inocente hija de un ricachón, que no ha conocido otra vida que la de la opulencia y el miedo a la desgracia. Me han agradado de manera excesiva dos actores, Vincent Kartheiser y Cillian Murphy. El primero porque después de conocerlo en Mad Men no puede sino llevar traje y ser confiado y prepotente, le va como anillo al dedo pertenecer a la élite del mundo. El segundo porque convence con su resignada honradez para con el sistema, alguien incapaz de cambiar porque su edad y su cuadriculada mente se lo impiden, pero honrado al fin y al cabo. Y para los curiosos que gusten de relacionar actores y películas, hay un pequeño papel interpretado por Johnny Galecki (Leonard Hofstadter en The Big Bang Theory). Seguid leyendo.


   Por otro lado, el director, Andrew Niccol, es hombre de pocas películas. En su carrera hay pocos títulos, pero los que hay son producto propio, pues también es guionista de sus películas, incluso de alguna que no ha dirigido. Parece que la temática de los guiones de Niccol se encamina siempre a la deshumanización del hombre y cómo el mismo nos sorprende abriéndose camino (como diría un inspirado Ian Malcolm en Parque Jurásico) hacia una ansiada libertad. Niccol ha escrito el guión de El Show de Truman, Gattaca, Simone, La Terminal y El Señor de la Guerra, y las ha dirigido también, a excepción de La Terminal. También las ha producido todas, excepto Gattaca. Se puede decir por lo tanto que son productos propios de Andrew Niccol. Sin querer faltar a la nueva película, no vamos a tener la fotografía ni la obsesión por la concordancia de Gattaca. Tampoco la profundidad de los personajes que se consigue en la película de 1997. Y si queréis un verdadero análisis de Gattaca os aconsejo escuchar el brillante episodio que le dedica @M4ugan en su podcast La Biblioteca de Trantor.
   A partir de aquí puede considerarse SPOILER:
   
   La película nos muestra una civilización que ha llegado al extremo de no envejecer más allá de los 25 años, aunque al cumplir esta edad se siente una extraña convulsión y se activa un contador de tiempo en un brazo, con brillantes dígitos en color verde. A partir de ese momento el contador nos indica que nos queda un año de vida, tras lo cual el contador llega a cero y morimos.
   De esta manera se vive en los bajos fondos, zona también denominada el Ghetto. Y aquí viene lo más interesante de este mundo inventado por Niccol, el tiempo que se va consumiendo además es la moneda utilizada por todo el mundo, de manera que cuando compramos algo nos descuentan segundos, minutos, horas, etc., dependiendo del valor de aquello que adquirimos. Así que realmente cuando compramos nos va la vida en ello. Por supuesto este tiempo puede alargarse con el sueldo que nos paguen al trabajar, pero hay que cubrir una cuota diaria y cada vez suben más los precios de los bienes y servicios. De esta manera tenemos a los ciudadanos del Ghetto siempre agobiados y mirando su reloj a cada momento, porque casi todos viven al día, prolongando su tiempo y su agonía en medio de un nivel de vida cada vez menos asequible. De hecho, tiene sentido que algunos se jueguen el tiempo que les queda arriesgándolo en apuestas, bien porque su estilo de vida les tiene prisioneros y exentos de esperanza, bien para intentar agregar algún tiempo a su reloj. Niccol no se ha olvidado de las prostitutas, a las que también se puede encontrar ofreciendo sus servicios por unos minutos. Me llama la atención el ingenioso juego de palabras que tiene lugar varias veces en la película al proponerse entre personajes cosas como “¿tienes tiempo para _____?¿tienes un minuto para ____?”. Los individuos que viven en este sector no tienen tiempo más que para trabajar y poco más, siempre con prisa, siempre corriendo por su vida. Tiene gracia que un trayecto en autobús cueste dos horas de tu reloj, cuando el trayecto a pie lleva dos horas andando. 


   
   Tras analizar la vida en las clases bajas, me gustaría señalar que hay clases altas en esta sociedad ideada por Niccol, pero para acceder a las ciudades donde se aloja hay que llegar a ellas, y se llega a través de una larguísima carretera que cuenta con una serie de limitaciones para evitar la migración de la chusma vil a este paraíso. Las limitaciones no son prohibiciones, ni muros infranqueables, son más parecidas a otro tipo de barrera que se da en nuestro mundo: el precio. Sí, para pasar de zona hay que pagar un peaje que casi siempre está fuera del alcance de aquellos que quisieran mejorar su nivel de vida (por tanto a producir y a trabajar para que las clases altas puedan disfrutar en sus acomodadas ciudades). Además, cada vez que cruzamos un peaje, nos acercamos a lo que sería a todas luces la capital, y cada peaje nos cuesta más caro. Para poner un ejemplo, si el Ghetto es la zona 12, para pasar a la 11 pagamos un mes de nuestro reloj; pero para pasar de la 11 a la 10, pagamos varios meses, y así sucesivamente, hasta llegar al extremo de pagar un año en peajes más cercanos a la capital. Tiene sentido que lo hagan así, porque en las zonas más cercanas a la capital, las personas seguramente cuentan con un mayor poder adquisitivo y sería fácil que cruzaran si el peaje costara un mes.

Cillian Murphy, guardián del tiempo
   En cuanto a la crema y nata de la sociedad que se encuentra en la capital, unos datos curiosos. Todo el mundo lleva guardaespaldas por temor a que les roben la inmensa cantidad de tiempo que atesoras en sus relojes, o a que los secuestren. No viven sus vidas pendientes del reloj ni por supuesto van con prisa a ningún sitio. Se me antoja lógico pensar que mirarse el reloj en estos círculos podría ser considerado de mala educación, ya que a nadie que viva en esta ciudad le falta el tiempo. Y lo más importante, hay personas con tal riqueza en términos de tiempo que se pueden considerar y así los llaman en la película: Inmortales.
   Claro que pueden morir, pero no de muerte natural, sino de un accidente o asesinados. Así tenemos a los más ricos, con un aspecto de 25 años y teniendo en realidad 60 o 70, y una fortuna personal que no puede medirse ya en términos coloquiales a nivel de tiempo.

Vincent Katheiser, rico e inmoral inmortal

Todo un acierto en cuanto a analogías con nuestro propio mundo, que tiende a aumentar las diferencias entre clases.
   Ya no quiero contaros más porque se le puede sacar mucho jugo a la sociedad creada para la película, pero mejor hay que verla y sacar vuestras propias conclusiones. Sí quiero señalar sin embargo, que la película carece de explicación para un detalle concreto que tiene que ver con el desarrollo del argumento, y que es para mí imperdonable. Por otro lado la película se convierte poco a poco en un thriller de acción, lo que no está mal, pero podrían haber profundizado más en la temática de ciencia ficción. Como película de acción dentro de la ciencia ficción, prefiero La Isla, y como creación utópica/distópica prefiero Gattaca. Pero seguro que os merece la pena como conjunto.
   Y nada más, que disfrutéis viéndola y si queréis más información sobre mundos ideales o indeseables os recomiendo de manera vehemente la escucha del podcast La Biblioteca de Trantor, en donde @M4ugan os puede describir con mayor acierto las condiciones de un mundo así.

   Fotos:


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