¡¡¡MÁS DE 43000 GRACIAS!!!

¡¡¡GRACIAS POR ESAS 199K VISITAS!!!
Si quereis una visión diferente del blog, pinchad aquí

jueves, 18 de septiembre de 2014

:: EL DILEMA DE SPIDERMAN ::




   A muchos nos llega el momento en que después de una travesía, sabiendo a qué nos dirigimos (o no), encontramos el remanso de tranquilidad que nos convierte en seres de rutina. El ser humano, al igual que ese paraguas olvidado en el coche, muestra los síntomas de la inercia, la cual nos lleva siempre a conservar el estado actual, y todo cambio requiere de nosotros una adaptación. 

   El remanso al que me refiero es una cálida manta que nos envuelve cuando hemos aprendido el camino. Nos da seguridad, confianza, y de manera casi invisible, nos hace frenarnos, estancarnos, anquilosarnos. Lo que por un lado nos agudiza nos vuelve romos por el otro. En este momento es cuando comenzamos a experimentar un cambio en nuestra manera de pensar, de actuar, y de entender las cosas, y a intentar comprender el mundo desde otra perspectiva. Ya no pensamos como antes, no sentimos como antes, es…diferente. Y lo anterior a veces parece equivocado, aunque posiblemente lo sea, y está bien que lo sea.

(Continúa leyendo ...)



   Igual que a una persona que hace un retweet sin informarse correctamente, considero a quien tiene la posibilidad maravillosa de compartir algo sirviéndose de algún medio de comunicación y no le da la importancia que realmente debe tener.


   Esto de por sí no sintetiza aquello que quiero comunicar, porque ante todo tengo muy en cuenta lo siguiente: 

   -“Quien utiliza algún medio de comunicación simplemente para compartir aquello que es de su interés, o por lo que tiene afición o incluso porque tiene conocimientos y siente la necesidad de derramarlos sobre aquellos pobres mortales que no contamos con dicha capacidad”, es digno de mi admiración para siempre.

   Expuesta esta afirmación, voy a considerar que lo que se aprende, queda. Pero nunca se termina de aprender, y como dijo aquel: ”a veces la vida te da en la cabeza con un ladrillo”. No quiero que esto sea el ladrillo de nadie, pero sí es el fruto del sano interés de mejorar uno mismo y si puede ser, aconsejar a quien se admira para que si está de acuerdo con este punto de vista lo tome como un pequeño paso hacia la mejora de esta actividad.


   Y ahora voy a aclarar el porqué de esta reflexión.


   Mis admirados podcasters son los que me llenan muchos momentos de silencio, de tareas desagradecidas y de viajes en coche. También algunas noches han sido grandiosas escuchando podcasts. Son los pioneros de un sonido que viene desde la cercanía real, los iniciadores de una comunicación de tú a tú aunque le hablen a miles, los emprendedores de una gran cruzada por conseguir que se hable de aquello que les gusta. Son ellos, los responsables de todo ello.

¿Responsables?

   Sí. Ellos son responsables de que yo disponga de programas de cualquier tema que se me ocurra, y pueda comunicarme por diversos medios con gente que tiene mis intereses, de conocer otros mundos, otras (¿por qué no?) burbujas de irrealidad. Sus nombres se han vuelto conocidos y respetados, se pueden contar por miles sus descargas y sus seguidores en las redes sociales. Son ahora personas en cierto modo, relevantes. 


   Esto me hace pensar en dos efectos de una misma causa:


  1.   Que después de un tiempo aprendiendo a manejar diversas herramientas ya sean de hardware o software, han llegado a esa estabilidad a la que yo hacía mención al principio, razón por la cual el grado de tranquilidad y confianza les permite que prácticamente teniendo los contenidos, el podcast se haga casi solo. Dejo el “casi” a los imprevistos técnicos y de logística.

  1.   Que:

  •   Cuando la calidad de los medios tecnológicos ya se ha depurado: un micrófono mejor, una mesa de mezclas, un software más potente, un ordenador con mejores características, etc.

  •   Cuando la estructura del contenido ya se ha pulido hasta que el resultado tiene lógica por sí mismo.

  •   Los integrantes del podcast en caso de haber varios) han llegado a ese punto de complicidad y armonía en que se ajustan al resto y se complementan entre ellos.

   Las herramientas con las que se realiza un podcast, en definitiva, están listas. Pero falta la que considero más importante, y es donde creo que algunos de los podcast que más me gustan pueden mejorar un pequeño punto. La responsabilidad. 

   Me parece que quien tiene la oportunidad de divulgar datos, hechos, conocimientos debería también observar la forma en que lo hace. Y sobre todo, si algo ha sido el germen de muchos podcasts, aunque ahora despreciada por algunos podcasters, es la radio. Y se quejan/nos quejamos de la parcialidad de locutores que, teniendo como tienen frente a sí un micrófono que puede influir en las conciencias de muchas personas, no dudan en administrar juicio sobre cualquier tema. Así como hay medios que dan por ciertas noticias que no lo son, o no son exactamente así, también he podido comprobar como podcasters dan por general una particularidad —eso que nos molesta tanto—. 

   Por esto, y después de cerca de 10 años escuchando podcast, creo que tengo la obligación de comunicarles a aquellos que tanto admiro que el mundo que han creado no se pervierta como (en parte) el de la radio, que den un paso al frente, que no tengan vergüenza de continuar aprendiendo, que contrasten la información, que no se dejen llevar, que sean objetivos.

   Y para terminar, les quiero decir que después de tanto tiempo conozco sus expresiones, muletillas y costumbres al expresarse, pero que todos podemos mejorar aunque sea en un mínimo aspecto al terminar el día. Es normal que tengamos expresiones propias, pero abusar de ellas hace limitado el vocabulario que se usa, y pesado a veces. Mejorar la expresión oral es una responsabilidad para con aquellos que os escuchan. No todo el mundo tiene un criterio maduro sobre la expresión y todos debemos ayudar. Tiene el mismo efecto que dar una información incorrecta.


   Sé que podéis. 

   @ihsanshade

No hay comentarios: